ECOS DE UN AYER
ECOS DE UN AYER
Todavía se escuchan en elsilencio de la noche las voces que ayer alternaban en mis oídos cuando chiquillo competía sobre el adoquinado de sus calles tras una pelota, transpirado sudoroso con mis veloces zapatillas azules se escucha a través del tiempo esas infantiles y chillonas voces, de eso hablaba el abuelo sentado en una silla y apoyado sobre la desgastada mesa del viejo bar, un individuo con bastantes almanaques sobre su espalda que acostumbraba a contar anécdotas de un tiempo que ya se fue , retazos del ayer.
Cabellos canosos pocos como hilachas arrugas en la cara cejas espesas obeso el hombre . su voz con un poco de carraspera por eso de los cigarrillos siempre jugueteaba con ellos entre los dedos nunca se sabía si era verdad o mentira sus dichos pero amenos, él habla del viejo Buenos Aires de calles adoquinadas de cortadas y zanjones de cuando se iba transformando de aldea a ciudad, la tristeza lo abruma cuando habla de un amor no correspondido cuando su amor se fue buscando fama y fortuna siguiendo a un caudillo milonguero.
Sus dichos y anécdotas trayendo desde el ayer aquellos guapos y caudillos que entreverados en famosos duelos por cuestiones de poder o de polleras en una esquina cualquiera, bajo la luz de un farol cuando los filosos cuchillos brillaban en esa tenue luz, un cuerpo que cae una mancha roja se esparce sobre el suelo, tiempos de otros tiempos jugosos comentarios sobre mitos leyendas de aquellos días.
Una tarde de verano las comadres en la puerta y entre mate y mate contando sus cuitas , las niñas saltando en un pie un cuadro pintado en la vereda hasta la parte superior en donde estaba escrita la palabra cielo, el vigilante haciendo su ronda saluda amablemente en un verano caluroso que lo soportaban con el abanico.
Que distante quedó su época que distante la realidad, encerrado en su caja de cristal el progreso lo ha pasado por arriba todo su mundo se ha alterado como si viviera en dos siglos distintos, aquel tranquilo como bailando un minué y el actual vertiginoso transgresor con la tecnología actual computadoras celular, autómatas del tiempo sin tiempo para su tiempo púes en su apuro sus días de veinticuatro horas no alcanzan.
Esos ecos del ayer del que hablaba el anciano donde se fueron quien los recordará aquel de los cuentos y sus anécdotas, no lo volvimos a ver tal vez se ha ido a reencontrarse con sus amigos en el viejo café para jugar en sus desgastadas mesas sus juegos de dominó.
ALEJANDRO CAPLAN.
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